El campo que rodeaba la casa resulto ser increíblemente grande, más que una simple parcela era más bien una finca
— ¡Mira mama! – Dylan señalo algo a la distancia – Caballos – agrego para largarse a correr hacia ellos.
— Dylan no te acerques demasiado – estaba por correr tras el cuándo Elena me detuvo
— Tranquila querida, es un niño muy despierto, sabrá donde detenerse – enredo su brazo en el mío – además estos caballos son muy mansos, mi otro nieto suele jugar siempre con ellos.
— Bien – respondí resistiéndome a duras penas al impulso de correr tras mi hijo – supongo que estará bien – trate de sonreír, sin embargo, no logre despegar ni un segundo mis ojos de él y solo me sentí más tranquila cuando Dylan volvió junto a mi sonriente.