Capítulo 108. Una sorpresa envenenada.
Coorah.
Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, Sevilla, Andalucía, España, 2024.
-” Doctora De Falco, la paciente del trasplante de riñón va respondiendo bien a los inhibidores para evitar el rechazo.”- me dijo la enfermera Marisa García, mientras yo revisaba las últimas analíticas que me habían mandado el laboratorio del hospital, en el ordenador de mi mesa en el despacho médico.
-” Gracias Marisa, sigan monitorizándolo.”- le dije sin mirarla.
Al contrario que otras veces ante una orden médica, la joven no se movió para ir a cumplir mi orden, y ante su inmovilidad, levanté la cabeza para mirarla por si tenía algo más que decirme.
Pero la enfermera García, en realidad, no me miraba a mí, su mirada estaba más centrada en el hombre vestido con traje italiano negro, y camisa blanca, que de forma aparentemente casual, esperaba en la puerta del mi despacho, mientras hacía sus labores de protección y vigilancia, mi fiel, y anegado, Bruno, el jefe de los escoltas que Fazio