05: Ayúdame a recordarte

Mariano había llegado a Sicilia, a las dos y media de la mañana. Estaba entrando por la puerta de la mansión y todo estaba en silencio, no se escuchaba ni una mosca. Mariano con pasos decididos subió las escaleras y entró a la habitación que Carina ocupaba. Ella estaba dormida de lado, Mariano la miraba con admiración, ya sabía que era su esposa y se sentía mal por no recordarla. Caminó hasta ella y se puso a su altura, la acarició la mejilla y ella al sentir su tacto, abrió sus ojos. Conectando con los ojos marrones de él.

Carina parpadeó varias veces, sin creer que él estuviera ahí frente a ella mirándola, una mirada llena de preguntas. Tampoco entendía que él estuviera ahí, después de lo que la dijo.

—¿Estás bien? — preguntó ella incorporándose.

—Si, quiero hablar contigo. — dijo serio.

—¿Sabes qué horas son? — él asintió.

—Si, tengo un reloj en el coche, otro en la muñeca, otros en la gran parte de casa y el que tienes en la mesita de noche. —habló mientras caminaba hasta el sofá individual de la habitación.

—¿De qué quieres hablarme?

—¿Por qué? —ella miró sin entender.

—¿Por qué, qué?

—Sé todo. — ella abrió sus ojos como platos.

—Explícate. — pidió.

—Necesito saber porque te lo callaste y no dijiste nada, Necesito saberlo e intentar comprender porque me trataste como un gilipollas. — exclamó.

—Nunca te he tratado así. —corrigió

—¿Entonces dime, querida esposa? —ella se quedó incrédula.

—¿Qué has dicho? —dijo sin creerlo

—¿El qué? ¿Lo de querida esposa? —sonrió él.

—¿Recordaste? —él negó. —¿Entonces, cómo lo supiste?

—El cómo me enteré, no importa. — siseó. —La cosa es lo quiero que me respondas, solo quiero saber porque me lo ocultaste. — ella cerró sus ojos con miedo.

—Por miedo. — confesó.

—¿A qué?

—Cuando tuviste el accidente, nos llama...

—Eso ahorrátelo. — la interrumpió. —Explícame el después.

Ella tenía miedo, miedo a perderle que su confesión y sus motivos no lo entendiera.

—Carina, mira prometí escucharte, y quiero una buena excusa de tu silencio para no enfadarme y tratar de entender que me viste la cara. —exclamó los más calmado posible, ella se levantó de la cama y se acercó a él, Mariano observaba cada movimiento de ella.

—Cuando despertaste y no nos conocías, mi corazón se hizo trizas. El médico nos dijo que no podías llevarte emociones fuertes porque eso empeoraría tu salud. —explicó temblorosa. —Por miedo, por tu salud me callé, pero admito que te echaba de menos, quería gritar a los cuatro vientos que era tu esposa, lo hice por ti, aunque yo me estuviera muriendo.

—¿Cuanto tiempo llevamos casados?

—Casi 6 años. — el asintió. —En dos meses será nuestro sexto aniversario.

—¿Por qué no tuvimos hijos? —él solo preguntaba cómo un policía.

—Siempre lo hablábamos, de tener hijos y formar una familia. Pero en el mundo de la mafia todo era peligroso y ambos decidimos no tenerlos por ahora. También porqué sería el líder de la mafia siciliana, si fuese varón. —él lamió su labio inferior.

—El futuro líder, es mi sobrino. — ella asintió.

—¿Quién te comentó esto? — preguntó curiosa.

—No lo diré, en bastantes problemas la he metido. — habló levantándose del sofá y ella seguía de rodillas en el suelo.

Carina estaba muerta de los nervios, sin saber que pasará entre ellos.

—¿Me pedirás el divorcio? — él se giró y la miró, la vio con sus ojos llenos de lágrimas.

—No. — dijo acercándose a ella, y la levantó del suelo. —Quiero que me ayudes a recordarte.

Ella sonrió al ver que él quería recordarla, sentía emociones dentro de ella, emociones que revoloteaban en su interior.

—Me encantaría ayudarte. — respondió, el acarició su mejilla mirándola a los ojos.

—Perfecto, vamos a dormir. — ella se sorprendió.

—¿Juntos? — preguntó dudosa.

—Si, ¿Eres mi esposa, no? —ella asintió. —Pues ya está, vamos. —la cogió de la mano y ella se metió en la cama.

Él empezó a desnudarse, quedándose en boxer, se metió en la cama con ella y se pusieron frente a frente, mirándose uno al otro. Mariano se acercó más a ella, rozando su nariz con la de su esposa y de pronto ella sintió los labios de Mariano con los de ella. Carina se dejó llevar, abriendo su boca, sus lenguas se rozaban, mezclando saliva. Ella se apartó y lo miró.

—¿Mañana no te arrepentirás? — Mariano sonrió.

—No, ya que se que eres mi esposa, que me pertenece en cuerpo y alma. —ella se estremeció y lo volvió a besar.

Mariano de un solo movimiento se puso encima de ella, rozando su pene grueso y duro en la vagina de ella. Pero no dejaba de besarla, movía su cintura para rozarse con ella. Bajó por su cuello dejando pequeños besos en el, pasó su mano por la espalda de ella y desabrochó su sujetador, dejando los senos de ella frente a él. Sonrió y se metió uno en la boca y lo devoró, con suavidad mordió si pezón, pero Carina pegó un pequeño grito. Mariano la miró y bajo su mano Hasta la intimidad de ella y la penetró con dos dedos. Mariano sonrió al verla cerrar sus ojos.

—Sei bella. Dimmi che Sei mia. —preguntó con voz ronca, contra la boca de ella.

—Sono totalmente tua. — respondió ella.

Mariano aumento sus movimientos de muñeca dentro de ella.

—Me encanta lo mojada que estás, y más cuando lo provoco yo. — siseó coqueto.

—Siempre seré tuya. — lo besó. —Te amo y siempre lo haré.

Él no respondió, no quería decirla "te amo" ya que no lo sentía, pero si estaba casado por algo sería

Borró eso de su cabeza y se centró en su erección. Mariano la quitó el tanga, que lo estorbaba. Se puso entre sus piernas. Sonrió y lamió su vagina, con su lengua iba de arriba abajo, lamiendo todo de ella. Los gemidos de Carina eran música para sus oídos, pero él no aguantaba más. Se incorporó y se quitó el boxer con ayuda de su esposa. Cogió su polla entre sus manos y la metió dentro de ella.

Gritaron los dos al sentir el primer placer. Poco a poco Mariano se movía dentro de ella, Carina de estremecía por cada embestida de su esposo.

Mariano la follaba y entre sus manos agarró sus pechos en un puño, por cada embestida bruta de él, los gemidos de ella golpeaban las cuatro paredes de la habitación.

—¡Dios! — gruñó él. —Me encanta hacerte mía.

Ella no respondió, no podía pronunciar palabra la voz de ella era como si lo hubieran perdido.

Mariano agarró su cintura por ambos lados y la folló con más fuerza, donde ella no podía más y gemía con más fuerza. Mariano no pudo seguir esperando y se corrió dentro de ella, dejando que su semen exparciendose por su interior.

Con la respiración agitada se dejó caer en el pecho de ella, para recobrar el aliento. Alzó su vista y la besó, salió de ella, vio a Carina callada y se preocupó.

—¿Estás bien? ¿Te he hecho daño? —preguntó con rapidez.

—No, solo que no estoy tomando ningún método anticonceptivo. — dijo asustada.

—¿Y...? Estamos casados, no es un delito. —ella abrió sus ojos como platos ante esa aclaración.

—¿De verdad? — él asintió.

—Anda, vamos a dormir. —la dio un beso en la frente y se abrazaron.

Él quería recordar todo sobre ella, sobre su matrimonio, el como se conocieron, todo.

Mariano cerró sus ojos, dejándose caer en los brazos de Morfeo o mejor dicho en los brazos de su esposa.

**********

A la mañana siguiente, Carina abrió sus ojos y notó un brazo encima de su cintura, y que estaba totalmente desnuda. Se giró y vio a su esposo dormido, con esa pequeña barba , con el torso desnudo, su piel suave y morena, su cabello castaño. Sonrió al ver que él ya sabía que era su esposa y no se enfadó.

Con cuidado salió de la cama y desnuda fue al baño, encendió la llave de la ducha y se puso debajo del agua. el olor de su esposo estaba impregnado en su cuerpo, ese olor varonil. Los recuerdos de anoche penetró su cabeza, los besos, las caricias, los toques de Mariano, todo lo que él la hacía.

Sintió unas manos en si cintura, y en segundos su piel se erizó, él estaba detrás de ella besando su hombro. Cerró sus ojos al sentir sus labios, mordió su labio, se empezaba a mojar de lo caliente que se estaba poniendo.

—Mi piace farte mia. — la susurró en el oído. —Mira como se te eriza la piel, pero me gusta más saber que yo lo causé. —ella mordió su labio inferior y se giró frente a él.

—Siempre serás la causa y el despertar en mi, siempre. —recalcó ella.

—Me gusta. —coqueteó.

—Hazme tuya. —el sonrió y no lo pensó, la folló en la ducha salvajemente, haciéndola suya nuevamente.

Cuando terminaron de su sesión de sexo mañanero, Carina bajó primero al salón, encontrándose con todos. Carlotta la miraba orgullosa, sabía lo que había pasado entre ellos y que al final se hayan reconciliado. Al contrario de ella que estaba enfadada con Giovanni después de lo que la dijo, ella no era sumisa de nadie y le había dejado sin sexo.

Carina se sentó en la mesa y se sirvió el desayuno, todas las miradas estaban puestas en ella. Ella se sentía incómoda por tantos ojos a su alrededor.

Mariano apareció con un traje morado oscuro, se sentó al lado de su esposa y ambos se sonrieron.

Todos estaban sin comprender la situación.

—¿Qué narices ha pasado aquí? — habló Enzo mirando al matrimonio.

—Estoy igual que tú. — respondió Giovanni.

—¿Ya recordaste? — preguntó Franco a su amigo.

—No, alguien me ayudó. — no iba a decir que fue su cuñada.

—Me alegro que hayas recordado. — habló está vez Orlando.

—No he recordado, solo sé que Carina es mi esposa. — exclamó.

—Ah muy bien, adelante. — Maurizio habló.

—Bueno, ahora que ya me habéis matado a preguntas, vamos a desayunar. — dijo tajante, besó a su esposa. —¿Te apetece salir esta noche? — se dirigió a Carina.

—Si, me encantaría. —respondió ella.

Empezaron a desayunar entre coqueteos y risas, ambos estaban bien. Carina se sentía agusto como siempre lo quiso tener, aunque aún no recordará.

Después Carina, Estefanía y Carlotta se fueron de compras junto al pequeño Mariano. Los chicos se fueron al despacho para irse está noche hacer una visita a alguien.

—Por fin, sabes quién es tu esposa. — rompió el silencio Giovanni.

—No porque me hayas ayudado tú. — siseó.

—¿Quién lo hizo? — preguntó el hermano.

Mariano sonrió y lo miró, sus amigos estaban atentos a la conversación.

—¿Para qué? ¿Para decirla qué me folla? — Giovanni abrió sus ojos como platos.

—¿Carlotta te ayudó? — Mariano asintió.

—Si, espero que esta vez, no te pases con tus comentarios. — advirtió.

—No tranquilo, me ha dejado sin sexo dos semanas. — todos se rieron.

—Te lo mereces. — Giovanni bufó, Mariano le contó todo.

—¿Cómo supo Carlotta quién te casó? Si no nos conocíamos. — dijo sorprendido, Mariano se encogió de hombros.

—No lo sé, pero gracias a ella se quién es mi esposa. — Mariano se levantó salió del despacho, y fue a su habitación.

Te tumbó en la cama y cerró sus ojos.

Poco después Carina llegó y subió a la habitación para dejar la ropa en ella, pero cuando abrió se encontró con la figura de Mariano en la cama.

Entró y dejó las bolsas en el suelo y se acercó a él y acarició su mejilla.

—Te amo más que a mí propia vida, Amore. —le susurró ella.

—Ayúdame a recordarte, a saber todo lo que mi maldito cabeza olvidó. — dijo abriendo sus ojos.

—Te voy ayudar. — la cogió se la mano y la tumbó con él en la cama

Donde ambos juntos y abrazados empezaron hablar. Hasta que quedaron dormidos.

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