Antonio Ramos
La miro con la respiración acelerada, ella está igual o peor que yo.
—Si, detente —respira profundo —Vamos a un hotel o un lugar más seguro.
—Vamos —digo sonriendo y conduciendo hasta encontrar un hotel.
Sostengo su mano mientras conduzco y ella no deja de mirarlas entrelazadas, se muerde los labios y vuelve a mirar por la ventanilla.
Llegamos a un hotel y me estaciono en el parqueo subterráneo. Le abro la puerta del auto y salimos hasta la habitación más cercana al parqueo.
—Jamás había entrado a uno de estos —dice ella mirando el lugar.
—No está tan mal —digo acercándome a ella.
—No —se gira acercándose aún más a mi.
Tomo su rostro entre mis manos, la acerco al mio y beso sus labios con suavidad. Mi pulso se va acelerando con el pasar de los segundos. Ella une aún más nuestros labios y nos besamos con más intensidad. Nos empezamos a desnudar sin cuidado. La desnudo por completo ante mi y me saco los pantalones después de los zapatos. La dejo en la cama y subo sobre e