Antonio Ramos
Les unos correos en mi teléfono mientras tomo una cerveza. Este lunes tengo una reunión bien extensa. Hay cosas aún por organizar en la empresa y debe ser mejor antes que nunca. Dejo mi celular reposar a mi lado y peino mi cabello con frustración.
El timbre suena y me parece extraño. No espero a nadie y ni siquiera me avisaron. Voy dudoso a la puerta y la abro. Mi hijo Nicolas se abalanza sobre mi muy feliz y lo tomo en brazos anonadado. Me besa la cara y me dice cuanto me ama. Lo bajo y él corre dentro de la casa. Sarah da un paso al frente y me acerco a ella. La atraigo hasta mi y la estrecho en mis brazos. Ella corresponde y luego nos besamos. Acaricio su cabello y beso su frente despacio.
—¿ Qué han veniido a buscar? —pregunto todo estúpido.
—A ti, al padre de mi hijo —contesta encogiendose de hombros.
—La madre de mi hijo... susurro felíz volviéndola a enrollar en mis brazos.
La beso otra vez y ella se aleja un poco.
—No te olvides de Nico—dice pasando por mi lado