Miedo y asco en Granada

Eran las tres de la mañana, me sentía ebrio, y lo único en que pensaba era que iba a la cárcel. Pensaba en la cárcel como un lugar terrible donde me violarían y quien sabe que más me iba a suceder. La oficial abrió una puerta y entré al recinto. La única iluminación provenía de un bombillo colgado en un techo de zinc. Subí unas escaleras embaldosadas y me dirigí al oficial que estaba sentado en un escritorio. Cargaba algunos libros que logré tomar de mi mochila. Me ordenaron entrar a una habitación, el oficial que estaba ahí me dijo que me quitara el pantalón e hiciera cinco sentadillas. Tenía que bajarme también el calzoncillo. Me sentía humillado porque me vería desnudo un tipo desconocido pero al final tuve que hacer las sentadillas. Salí de la oficina. Luego de eso volví donde el oficial que estaba sentado en el e

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