Por Alice
Llegamos a su casa y apenas entramos me aprisionó entre él y la pared más cercana a la puerta, sentí toda la erección contra mi estómago y con eso, yo estaba esperándolo más que húmeda.
Luego me llevó en andas al sillón del living, el de color rojo, que es el más grande.
-Decime...
- ¿Qué?
Ya sabía a qué se refería, pero me hice la tonta.
- ¿Se me nota cuándo se despierta…? ¿No es digno de mirar?
Él se refería a las miradas indiscretas de esa mujer, pero a mí ya no me importaba.
Sólo éramos nosotros dos.
Yo ya estaba jadeando, más que húmeda, casi a punto de un orgasmo, sus caricias me volvían loca.
-MMMM, sí, pero sólo yo, quiero mirarte y tenerte y… saborearlo.
Le digo con algo de pudor.
-Chiquita, todo lo hacés tan sensual…
Fui bajando por su abdomen hasta llegar a su pene, se lo besé, chupé, lamí, cada tanto subía mi mirada, mientras lo seguía besando y sentía que él temblaba más en el momento en que lo miraba.
Luego de un rato, en donde lo sentí gozar más que nunca, te