No lo dudó un solo momento y agarró la mano del hombre para poder llevármelo lejos de la vista de mi esposo, porque sé perfectamente que si Arnold nos ve juntos, los dos estaremos muertos.
— Oye, pequeña, ¿Qué estás haciendo? — me pregunta el hombre cuyo nombre aún no sé.— Salvándote la vida. — digo intentando que las personas que están bailando sean nuestros escudos para escapar.— ¿De qué rayos estás hablando?— Arnold Krick ha llegado y si no quieres perder la vida hoy lo mejor es que me ayudes a escapar.— ¿Qué mierda estás diciendo? Se supone que ese hombre no está aquí.Yo más que nadie desearía que Arnold no estuviera aquí, porque yo no quiero dar explicaciones innecesarias que evidentemente podrían ser malinterpretados.— Yo ta