Un regalo de Ulises para Marisela.
Celeste resopló mentalmente, sintiendo que él no era tan torpe después de todo, incluso sabía usar estrategias indirectas.
Seguramente había escuchado lo que Marisela dijo al final de esa llamada telefónica, o sabía que Marisela no aceptaría ningún regalo, por eso recurrió a esta táctica.
Marisela observaba la expresión de su amiga: a veces fruncía el ceño con sospecha, a veces se ponía seria, y ahora sonreía de manera inexplicable. Marisela estaba completamente confundida.
—Ya que no hay problemas, tu expresión... —dijo Marisela.
—Ah, es que estoy contenta —dijo Celeste con una sonrisa.
—¡Marisela, felicidades! ¡Realmente eres la más afortunada!
Marisela miró la bolsa, le gustaba bastante el diseño del estilo y la textura brillante.
Escuchando las palabras de Celeste, ahora se sentía feliz tardíamente, y también pensaba que realmente era una sorpresa inesperada.
Las dos continuaron con su tiempo de té de la tarde. Celeste, del otro lado, secretamente