Capítulo 216
—¿Por qué no te mueves? ¡Vámonos!

Al verlo sin moverse, ella le pellizcó la oreja y le dio un jalón.

A Lorenzo jamás en su vida una mujer le había jalado la oreja, así que su apuesto rostro se ensombreció de inmediato y le contestó un poco enojado:

—¡Pórtate bien o te saco de aquí a patadas!

—Vale.

Celeste retiró la mano de inmediato y obedeció, pero después de unos segundos, su voz tímida volvió a sonar:

—Pues, vámonos…

Lorenzo se esforzó por reprimir las ganas de tirarla al suelo y la cargó por toda la habitación. Desde la cama hasta el balcón, y de vuelta a la cama... En la tranquila habitación, solo se escuchaban los pasos suaves y pausados del hombre. Ella pesaba mucho, su pequeño cuerpo suave y delicado permanecía quieto sobre su espalda, sin hacer ni un solo ruido.

Después de un rato, pensando que se había quedado dormida, Lorenzo ya estaba a punto de bajarla en la cama y de repente escuchó la voz suave que le decía:

—¿Ya llegamos?

—¡No!

Ella guardó silencio por unos segundos y
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