El aura de fuerza y frialdad que emanaba el hombre la envolvía, como si formara un muro impenetrable a su alrededor, protegiéndola.
Ella lo miraba fijamente, a escasos centímetros de su rostro, y murmuró:
—Lo… Lorenzo…
—¿Quién te golpeó? —la interrumpió la voz fría del hombre.
La mirada de Lorenzo se clavó en la mejilla hinchada de la joven y su presencia se volvía cada vez más siniestra.
Celeste señaló al hombre que ya yacía en el suelo y le respondió:
—Él.
Lorenzo de inmediato le dirigió una mirada tan penetrante y gélida como un cuchillo, haciendo que el hombre se estremeciera de miedo. Se apresuró a justificarse:
—Tío Lorenzo… Es que… Ella y tú… Yo…
Él nunca se imaginó que esa mujer tuviera relación con Lorenzo… En realidad, Lorenzo rara regresaba a la familia Vargas, por lo que no se veían a menudo. Sin embargo, él tenía instintivamente un terror hacia ese hombre. Si hubiera sabido que Celeste era mujer de Lorenzo, no tendría esa audacia de causarle problema…
—Dame cinco minutos —