—¿Tu prometida? —la voz incrédula de Aisha resonó y acto seguido se levantó—. Dios, esto es una total locura. ¡Nunca en mi vida te he visto!
—Aisha…
Una nueva voz se hace presente y dos nuevas hembras se acercan a ella.
La menor la observó de una manera extraña pero la mayor abrazó a Aisha como si la conociera desde siempre.
—Al fin despertaste, bonita —la hembra tomó el rostro de Aisha en sus manos alzándola para examinarla con preocupación—. ¿Cómo te sientes? Dormiste tanto que me preocupé.
Aisha se apartó con incomodidad de la mujer,
que jamás en su vida había visto y que la trataba tan familiarmente, pero ella sonrió de forma maternal, como si se esperara eso.
—Llévenme de vuelta, no tengo nada que hacer aquí.
—Créeme bonita, tienes demasiadas cosas que hacer aquí. Naciste para llegar aquí algún día.
—Mi lugar está en mi manada —dijo ella alzando la cara.
Puede que cuando volviera no supiera qué iba a hacer Kieran, probablemente se quedaría con su compañera como todo lobo haría pe