—¡Zakia!
El rugido de Alessandro se escuchó por los alrededores pero ella no se detuvo, lo que quiso decir que lo estaba ignorado o estaba demasiado sumida en sus pensamientos y no lo había escuchado.
El Alfa del Este se sintió terriblemente frustrado.
Más de lo que nunca había estado.
Le había dolido escucharla y verla llorar de aquella manera.
Zakia podía ocultar su dulzura y corazón inmenso en medio de bromas y sarcasmo, sin embargo, él sabía lo hermosa que era, no solo por fuera sino también por dentro.
Siempre tan rebelde y dulce.
El macho aceleró el paso detestando lo rápida que era pero la detuvo enseguida y la giró para que lo enfrentara.
Sus dulces ojos verdes estaban nublados por una emoción extraña. Como si estuviera lejos pero él la hubiera hecho volver con su toque.
—¿A dónde demonios crees que vas, cachorra?
La distancia entre ambos se había reducido considerablemente. Alessandro se ceñía sobre ella devolviéndola a la realidad, ocasionando que se estremeciera intimidad