Ambas lobas comenzaron una lucha frenética.
Fuertes, decididas, luchando bestialmente mientras que los gritos de los otro lobos resonaban en un coro.
En cada golpe, se mostraba la decisión, la fuerza y la envidia de Talía. Pero Aisha era un espíritu indomable, como un veneno era peligrosa, incluso para ser una Omega.
Los Alfas y los Betas normalmente tendían a subestimar a los Omegas, pero ahora mismo Aisha estaba demostrando de qué estaba hecha.
La arena, el sitio de entrenamientos donde las rivalidades se veían frecuentemente, se tornó el escenario de un estallido de emociones donde el ego de ambas lobas era sacudido. Un espectáculo que todos querían ver y disfrutaban.
Al tener la sangre de Betas corriendo por sus venas, Talía se creía lo suficientemente buena y no entrenaba demasiado pero con cada golpe que no podía esquivar de la Omega se enfurecía muchísimo más.
El primero se asentó en su estómago. Aisha giró sobre sus piernas, antes de alzar una de ellas pateando con su talón la