Capítulo nueve. El último adiós.
Aquel disparo sacudió los oídos del todo el barrio. El señor Giuseppe yacía en suelo de la entrada de su local boca abajo y la sangre empezó a emanar rápidamente a borbotones, cosa que hizo que ambos amigos se paralizaran de miedo –‘‘¡¿Qué hiciste, imbécil?!’’- exclamo Felipe quitándose la máscara y empujando a Santos –‘‘Cálmate ¿sí?, hay que irnos ahora ¿Dónde pusiste la bolsa?’’- contestó Santos sereno y calmado lo que confundió por completo a Felipe, ya que Santos no parecía sorprendido que aquella arma si estuviera cargada después de todo, cuando este le había prometido a Felipe que las armas no tenían balas –‘‘¡Santos, tú me dijiste que las armas no estaban cargadas!’’- respondió Felipe entre angustia y confusión, porque aunque sabía la respuesta obvia, también comprendía que su ‘‘amigo’’ lo había engañado –‘‘hermano, entiende que no me podía exponer así’’- contesto Santos –‘‘¡Eres una m*****a basura, mentiroso!’’- replico Felipe tomando a Santos del cuello y pegándolo contra la l