Alonso se encontraba sentado en el sofás con la vista fija en la puerta de entrada, esperando la llegada de su padre, había pasado un día sin verlo y quería esperarlo en la puerta verlo llegar a casa, los moretones en su cuello habían sanado muy rápido cosa que no sorprendió a nadie debido a que todos sabían que poseía sangre divina sin embargo no se podía decir lo mismo del trauma que sufrió eso tardaría más en sanar.
El niño ya empezaba a perder la esperanza de ver a su padre cuando vio su figura entrar por la puerta los ojos del pequeño se iluminaron de felicidad y quiso correr a abrazarlo pero inmediatamente recordó lo que había sucedido el día anterior y su ilusión se volvió miedo y decidió quedarse sentado y agachar la cabeza sin saber que podría sucederle en ese momento.
-hola pequeño coala
Saludo Raphael acercándose y frotando su pequeña cabeza despeinando su espeso cabello negro, al escuchar el apodo con el que su padre lo llamaba el pequeño levanto la mirada menos asustado