Capítulo XXX. "Amigo o enemigo"

Mis manos aún se encuentran temblorosas, trato de sostener el té de manzanilla que me sirvió Agnes, pero dicha taza, se me resbala constantemente, hasta que Apolo atina por quitármela.

Nos encontramos reunidos en el museo de las brujas en el centro de Salem, al haberse destruido nuestro pequeño hogar, no nos quedó de otra que emigrar hasta la ciudad, ya ni siquiera sabíamos cuál sitio era seguro para nosotros. Podía decir que justo ahora cargaba un blanco conmigo. Aquella barriguita parecía ser lo más llamativo para esos malditos sacerdotes.

—¿Cómo pueden saber lo del amuleto? —gruñe Agnes al no parar de dar vueltas de un lado hacia otro—, ¡ese es un secreto que solo las brujas conocíamos!

Miro a Apolo, él niega enseguida.

—No he sido yo —dice de inmediato al levantar sus manos en señal de rendici&oacut

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