Auracio
- Ya he solucionado este problema con tu prometido. ¿Sabes que actuaste mal? ¿Qué te pasa? ¿Cómo pudiste hacer eso, si te vas a casar? Siento pena por tu prometido, ¡qué vergüenza! ¿Y tú, no sientes vergüenza por lo que hiciste? ¿Qué tipo de mujer eres para hacer algo así?
- ¿Y a ti qué te importa? No le debo cuentas a nadie. Soy mayor de edad y estoy vacunada.
- Bien, nos vamos, Ariane, vámonos.
- Pero no podemos irnos ahora, es ahora cuando se va a calentar la cosa entre esos dos hombres.
- Tienes el comportamiento de una niña.
- Y tú tienes el comportamiento de un anciano, a veces olvido tu edad.
- Basta con tus impertinencias. Nos vamos.
Le tomo del brazo y nos acercamos al diablo y al amante de la diablesa; el diablo lo agarra del cuello y sus rostros están a pocos centímetros uno del otro. El diablo habla:
- No te falta aire, ¡te permites venir a mi boda para acostarte con mi prometida! ¿Quién te crees?
- No quiero pelear, amigo, no es mi culpa si tu