Lisa
— Con esta promesa de cena, sé que dormiré bien. Te beso. Hasta mañana.
Coloco mi teléfono sobre la mesita de noche, el corazón latiendo suavemente, las mejillas aún tibias por el último mensaje. Una sensación rara, agradable, me invade: la esperanza. Esa palabra que había guardado en el fondo de un cajón cerrado hace mucho tiempo. Esta noche, me siento ligera. Feliz.
Me duermo con una sonrisa en los labios.
Cuando abro los ojos la mañana siguiente, la suave luz del día acaricia mi rostro. He dormido como un bebé. Mi corazón aún está envuelto en esa promesa. Me levanto de un salto, mucho más viva que de costumbre. Me miro en el espejo, sonrío a mi reflejo. El futuro me parece dulce, luminoso, casi palpable.
Elijo un vestido que abraza sutilmente mis curvas, algo simple pero elegante. Un poco de perfume, un toque de lápiz labial, y aquí estoy lista para conquistar el mundo, o al menos... para reencontrarme con ese hombre que hace latir mi corazón.
Miranda ya me espera en la cocina