John
- ¡Puedes quedarte cerca, pero no te acerques más a mi esposa!
- ¡Pero no he hecho nada!
- Bueno, ¡podemos pasar a la mesa!
La llevo a un lado para hablar con ella:
- No quiero verte cerca de ese tipo.
- ¿Y por qué? ¡Es amable!
- Me importa un comino que sea amable, ¡no quiero verlo rondarte!
- Suéltame, Alber, ¿desde cuándo soy tu esposa? Si un hombre me ronda, me dejas disfrutar de su atención. ¡Él al menos ve lo hermosa y elegante que soy! ¿Y tú? ¡Ni te has dado cuenta!
- Claro que me he dado cuenta. ¡Estás muy hermosa esta noche!
- ¿No crees que llegas un poco tarde? Suéltame las manos.
Me deja plantado ahí y se va. ¿Qué quiere decir con que disfruta de su atención? No tiene derecho a mirar a otro hombre que no sea yo. Llego al comedor, y ese idiota se ha sentado justo al lado de mi esposa, ¡el idiota, ¿cree que le arrancará una mirada? Sé que solo tiene ojos para mí. Está locamente enamorada de mí y sé que no le lanzará una mirada.
- Señora Roberto, ¿puedo mostrarle la ciuda