40. No te preocupes, no estoy enamorada de ti
Con el pulso disparado y una ira casi incontenible apoderándose de él, Jack se plantó en la puerta de Kira cuando pasaban las once y tocó varias veces, pero en el interior solo se escuchó el maullido del gato y nada más, así que marcó a su número, a la espera de una respuesta… y nada, ella no contestaba; sin embargo, sabía que estaba allí porque podía escuchar el aparato sonar.
Suspiró
Eso no pintaba nada bien.
— ¿Estás seguro de que ella se encontraba en perfecto estado? — preguntó a su jefe de seguridad, que aguardaba a un paso detrás de él.
— Físicamente, sí, señor… aunque — en seguida, Jack giró la cabeza, alertado — la señorita Raleigh casi se desvanece en el tocador por un leve mareo que tuvo. Le dije para llevarla al hospital, pero se negó.
El pecho de Jack se contrajo.
— ¡Carajo! — gruñó — ¡Busca al conserje, necesitamos abrir esta puerta ahora!
Su escolta obedeció sin chistar, mientras él insistía en la puerta con seria preocupación.
Cuando Kiliam regresó minutos más tarde, c