17. Después de esa noche… no volverían a ser los mismos
Gemidos ahogados.
Emociones encarnizadas.
Lujuria.
Dio inicio a un encuentro desenfrenado, prohibido… peligroso.
Lenguas y dientes entremezclados, suspiros, inhalación profunda y exhalación pausada.
La sincronía de sus bocas era magnífica, casi perfecta.; piadosa. Él jamás había sentido un deseo así, ella tampoco se había entregado de lleno a un contacto tan de efusivo, tan cargado de anhelo, y es que por Dios, le gustaba sentirlo, le gustaba muchísimo, pese a lo incorrecto… a lo indebido. Tenía todas las terminaciones nerviosas sensibilizadas al nivel máximo.
— Eres un peligro, Kira — dijo Jack contra los labios rosados de la jovencita, acariciando sus muslos y caderas —. Un peligro adictivo.
Ella jadeó, todavía desesperada por sentirlo más cerca. Se aferró a su cuello y lo atrajo más contra sí misma.
Demasiada ropa. Pensó.
— Jack… desnúdame — musitó quedamente y se hizo de los botones de su camina, explorándolo en el proceso. Nuca, pectorales y brazos. Mientras tanto, y sin prisas,