Rene camino por el pasillo y luego de abrir dos puertas, aun no daba con la correcta, estaba a punto de gritar el nombre de su amiga, cuando una mano tatuada la tomo del brazo, haciéndola girar.
— Ven aquí ¿qué haces?
— Voy por Linda, debemos salir de aquí.
— Oh no, tú te quedas. — Y sin decir nada más Deivid cargo a Rene de nuevo a la habitación como si de un costal de papas se tratara.
— ¡Suéltame!
— De acuerdo fiera. — Rene era pequeña, pero golpeaba fuerte, aunque Deivid tenía miedo de que lastime sus manos, las cuales daban golpe tras golpe a su estómago.
— Ahora apártate de la puerta. – ordeno la rubia.
— No, de aquí no sales, ¿dime que te molesta?
— ¿Y lo preguntas? ¿Acaso los tatuajes en tu cabeza te dañaron las ne