Darek Adams
Las puertas del ascensor se abren y enseguida mi secretaria se acerca a mí, le doy una sonrisa cansada, por el hecho de que en esta semana me la he pasado de la oficina al hospital para estar al lado de Leonor.
—Señor Adams, le informo que el señor Cooper se encuentra ausente —eso es nuevo, ya que este no suele faltar y menos cuando se convoca junta para inversionistas.
—¿Dijo la razón? —pregunto, no he tenido tiempo para comunicarme con Litza en estos días, «¿estará enfermo, Kalen?», pienso. Supongo que de ser así ella me llamaría.
—Su nieto cumpleaños hoy —me detengo sintiendo como Argelis choca contra mi espalda por detenerme de manera abrupta—. Lo siento —se disculpa recomponiéndose «¿Por qué Litza no me dijo nada?», hago una mueca para ingresar a mi oficina.
—Entiendo —murmuro—, después de la junta envíale un informe detallado a su secretaria para que este pueda estar al día con lo que se hable —ella enseguida anota en su libreta lo que digo.
—¿Algo más, señor A