Eos caminó por el suelo polvoriento Junto Venus, mientras los lobos salvajes se preparaban para atacar a los mercenarios que amenazaban con acercarse a ellas. Al llegar a la entrada de la mansión, se adentraron en su interior y subieron las escaleras con firmeza. Al alcanzar el pasillo de la planta alta, se encontraron con varios hombres que custodiaban la habitación.
Los ojos de Eos se volvieron intensamente verdes y Eda tomó el control.
—De estos lobos me encargo yo. Ve y mata a esa bruja, tú puedes, hermana. —Eda le dedicó una sonrisa traviesa. Cuando los hombres se transformaron en lobos, Venus tomó el mando y se enfrentó a los lobos con ferocidad.
Eos giró la manija de la habitación y entró.
Sofía estaba de espaldas, mirando por la ventana. Con voz serena, expresó:
—Esa flecha debió de haber matado a tu gran amor. No entiendo por qué no moriste, pero yo tendré el placer de hacerlo yo misma. —Se giró, su mirada era maliciosa y sus ojos eran oscuros y vacíos.
—Bruja, creí que eras