La doctora continuó explicando algunos detalles importantes sobre el embarazo, recordándole a Brenda que debía seguir cuidándose y mantener el control regular. Madelaine, siempre atenta, escuchaba cada palabra como si ella misma fuera la madre. Era evidente cuánto se preocupaba por Brenda y cuánto disfrutaba ser parte de este proceso.
Cuando salieron del consultorio, ambas seguían rebosantes de felicidad. La noticia de los trillizos –y ahora saber que serían dos niñas y un niño– era un motivo para celebrar. Decidieron detenerse en una pequeña cafetería cercana, un lugar acogedor donde solían pasar tiempo juntas.
Se sentaron cerca de la ventana, con vistas al bullicio de la calle. Madelaine, aún emocionada, no podía dejar de hablar.
—¡Tienes que decirme qué nombres piensas ponerles! —exclamó mientras removía su café con una cucharilla—. ¡Esto es tan emocionante, Brenda! Tres pequeños… ¡y dos niñas! Me muero de curiosidad.
Brenda soltó una risa suave, llevándose las manos al vientre mie