Brenda deslizó una pequeña sonrisa de agradecimiento cuando su amiga Madelaine le entregó una taza de té caliente. Sus manos aún temblaban mientras sostenía la taza, y Madelaine lo notó al instante. Aunque Brenda intentaba mostrarse tranquila, era evidente que estaba preocupada, y eso también afectaba a Madelaine. No podía evitar sentir el dolor de su amiga, especialmente sabiendo que Brenda estaba embarazada. Cualquier alteración o preocupación no era buena para ella ni para los bebés que llevaba en su vientre.
Era una mañana de sábado tranquila, pero para Brenda, la calma era solo superficial. Había decidido visitar a su amiga para desahogarse, incapaz de guardar más la angustia que sentía en su interior. Madelaine, siempre dispuesta a escuchar, la miraba con atención, esperando que Brenda encontrara las palabras para compartir lo que la atormentaba.
—¿Dices que estuvo llorando por su pasado? —preguntó finalmente Madelaine, con un tono tranquilo pero lleno de preocupación.
Brenda as