Capítulo 27. Por decencia.
Juliette Moreau
El mundo regresa a mí a trompicones cuando vuelvo a la realidad después del orgasmo que ambos nos hemos permitido.
Todo se siente jodidamente irreal, tanto, que en este momento no me importa el plan, esto voy a disfrutarlo a pesar de eso.
Miro a mi alrededor y la sala de juntas sigue siendo la misma. La gran mesa que domina el lugar, como siempre imponente, rodeada de sillas, la alfombra oscura, los ventanales mostrando una ciudad que no tiene idea de lo que acaba de pasar aquí dentro.
«O sí».
Me recorre un escalofrío solo de pensar en lo que Aston dijo en medio de todo.
Pero yo no soy la misma. Eso lo sé incluso antes de intentar recomponerme.
Acabo de cerrar un acuerdo con el diablo, ese que se mantiene a la distancia, pero mirándome los pechos que tengo al descubierto.
Tengo la camisa rota. Más de un botón perdido en algún lugar del suelo, desgarrada en algunos lugares por su fuerza y su apremio por tener mis pechos.