Capítulo 10. A diez mil pies de altura.
Juliette Moreau
Tras un par de horas de locura, en las que yo misma tuve que ayudar al piloto a hacer un par de llamadas para gestionar todo más rápido, al fin estamos en el hangar privado, caminando hacia el avión, mientras él mantiene la vista en el teléfono.
Me ha ignorado en todo el camino hacia el aeropuerto. Cosa que me brindó unos minutos de paz, porque el que él haga cómo si yo no existiera, no es algo nuevo para mí.
Por supuesto, la rabia aún bulle en mis venas por lo que me hizo pasar y por como reaccionó mi cuerpo cuando estuve sola. Obedeciéndole, cómo si realmente le perteneciera.
Nos subimos al avión y ocupo mi lugar, lo más alejada que puedo de él, para que pueda seguir ignorando mi presencia.
La azafata de vuelo de siempre lo mira con una sonrisa que él no llega a replicar, pero que me hace preguntarme si tal vez ella ha sido una de las muchas mujeres que ha compartido la cama con él para cumplir todos sus jodidos caprichos con la sumisión que le gusta tener.