Gracias por acompañarme hasta el final de esta historia. Espero que la hayan disfrutado tanto como yo al escribirla. Los seres humanos no somos perfectos. Todos cometemos errores, nos dejamos llevar por las circunstancias, confiamos en quienes no deberíamos… pero siempre hay una oportunidad para rectificar. Ángelo cometió el error de confiar ciegamente en su madre. ¿Quién dudaría de la mujer que le dio la vida? Sin embargo, cuando la verdad salió a la luz, él supo enfrentarla con valentía. A pesar de todo, jamás permitió que el recuerdo de Renata desapareciera, ni de su vida, ni de la de su hijo Dante. Esta historia nos recuerda que el amor verdadero no se destruye con el tiempo ni con las mentiras. Se fortalece, resiste y, al final, encuentra su camino de regreso.