"Esa niña se está volviendo cada vez más descarada. Ni hablar de agradecimiento, ahora se cree la dueña del mundo. ¿Qué pasará si realmente controla Abelard? Estoy segura de que te pisoteará, Arthur. ¡Fue tu culpa permitir que se casaran! Si Freya se hubiera casado con Axelle, ¡nuestra vida sería mucho mejor!"
Las quejas de Debbie fueron el acompañamiento extra del desayuno de Arthur. Pero aunque las palabras de Debbie eran ensordecedoras, Arthur no respondió, lo que la enfureció aún más.
"Arthur, ¿no me escuchas? ¡Elea es cada vez más irrespetuosa!", gritó Debbie.
"¿Crees que tú eres respetuosa, Debbie? ¿No ves que estoy desayunando?", preguntó Arthur. Debbie se quedó callada, pero lanzó la cuchara, que casi aterriza cerca de Arthur. Luego, sin decir una palabra, lo dejó solo en el comedor.
Mientras inhalaba el aroma del café, Arthur cerró los ojos. En un instante, se transportó al pasado, a las afueras de la ciudad, cuando vivía con Karlene. Ella casi nunca hablaba mal, a menos que