Luego de aquella conversación tan honesta entre padres e hijos, Alonzo ha cambiado su manera de acercarse a ellos. Poco a poco ha regresado a ser el hijo cercano a Renatto. Así lo encuentra Isabella, en el cuarto de sus hijos, acostado en la cama en medio de los dos, profundamente dormidos.
—Parece que aquí hubo fiesta sin mí —dice, sonriendo y ayudándolo a salir de allí.
—Digamos que fue una reunión de caballeros —se para frente a ella y la besa—. Siento que he recuperado una parte importante de mí.
Los dos miran a sus hijos, los cubren con las cobijas y salen de la mano a su cuarto. Al entrar, los dos se quedan mirando el espacio y Renatto la mira a los ojos.
—Perdón —Isabella lo ve con intensidad.
La palabra sale seria, se nota profunda y sincera.
—¿Por qué me pides perdón? Si lo pienso, no me h
La noche es densa, el aire huele a tierra húmeda y metal. Renatto se ajusta el chaleco antibalas mientras observa a sus hombres prepararse para el asalto.Isabella sale del cuarto de sus hijos, quienes se quedan al cuidado de gente de su absoluta confianza, entre ellos Clara. No quisiera dejarlos solos, pero ella no es mujer que se quede esperando y sabe que su ausencia podría mermar considerablemente las fuerzas de Renatto.La información que obtuvieron sobre el paradero de Daniel fue verificada tres veces, y todo indicaba que se encuentra en esa propiedad.Sin embargo, Isabella siente que algo no cuadra. Desde el momento en que fijaron la operación, su instinto ha estado gritando advertencias. Está de pie junto a Renatto, con su arma bien asegurada en la pierna y su mirada fija en la estructura que, en apenas unos minutos, estará envuelta en caos.—Esto es demasiado fácil —murmur
La sangre de Riccardo permanece en su camisa, la imagen de su hermano apenas manteniéndose consciente mientras lo llevaban en la parte trasera del vehículo hacia el hospital se le repite una y otra vez, como una película de terror que se le ha quedado grabada.—Ven aquí, amor —Isabella, con el rostro marcado por la tensión, lo abraza para contener a su hombre.—Te juro que si le pasa algo a mi hermano…Sus manos, un puño a punto de destruir todo. En sus ojos, Isabella ve su tormenta y lo atrae a su cuerpo para que se relaje en ella.—Nada le pasará, Riccardo es fuerte. Los gemelos Corleone son invencibles, verás que tendremos buenas noticias pronto.Un beso lo distrae de momento y luego esconde su rostro en el cuello de Isabella, pensando en todas las cosas que han ocurrido por no ver a tiempo que su padre era una amenaza, peligrosa y destructiva.Cuando se separan, Renatto mantiene la mirada fija en el pasillo que da al quirófano, con las manos apretadas con tanta fuerza que los nudi
El eco de los disparos aún resuena en la mente de Renatto. Sentado en su despacho temporal dentro del refugio, sus nudillos están blancos por la presión con la que sujeta un vaso de whisky, sin siquiera haberse molestado en beberlo.La imagen de Riccardo ensangrentado, entrando al quirófano no lo deja en paz. Su hermano sigue vivo, pero apenas. Y todo porque él dudó. Porque en un instante de debilidad, le permitió a Daniel escapar una vez más.El crujir de la madera lo saca de su tormento interno. Isabella entra en la habitación, con su mirada afilada posándose en él. Su rostro está marcado por la tensión, pero también por algo que no puede ocultar: culpa.Ella pudo quedarse y rematar al desgraciado de Daniel Corleone.—Tendría que haberlo matado cuando tuve la oportunidad —murmura ella, deteniéndose a pocos pasos de &e
El eco de la violencia resuena en cada rincón del imperio de Renatto. Durante las últimas horas, cuatro de sus operaciones han sido destruidas sin previo aviso. Atentados brutales, explosiones sincronizadas, emboscadas quirúrgicas. Esto no es el estilo de Daniel Corleone. Es diferente, metódico y calculado.Renatto analiza la información en el despacho de la mansión Corleone, con la mandíbula tensa y los puños apretados. Isabella, sentada a su lado, revisa los informes junto con Riccardo, quien, a pesar de su reciente herida, insiste en estar presente, ya que en planificación es experto.—Esto no fue Daniel —murmura Renatto, su voz grave, cargada de una ira contenida.—No —confirma Isabella, deslizando una fotografía sobre la mesa. En ella, se ve un hombre alto, de tez robusta, con un rostro impenetrable y ojos de hielo. Su cabello rubio cenizo y la cicatr
El aire en el refugio está cargado de tensión. Renatto permanece en pie frente a la mesa de operaciones, su mirada clavada en el mapa extendido ante él. A pedido de su mujer, ha decidido repasar la estrategia e ir con un plan mejor que solo atacar y matar.Esto se trata de exterminio total. De posiciones que no pueden volver a olvidarse. Los rusos en Moscú, la ‘Ndrangheta en el mundo.Sus nudillos están blancos por la presión con la que sostiene un vaso de whisky que ni siquiera ha probado. La furia lo consume desde dentro, una ira sorda que amenaza con estallar en cualquier momento.—Nos infiltraremos por el ala norte —dice con voz cortante, señalando un punto en el mapa—. Viktor tiene su base aquí, en un almacén abandonado en las afueras de Roma. No dejaré que ese bastardo siga respirando.Riccardo, sentado en una silla con su herida en el pecho v
En cuanto llegan a San Luca, no pierden tiempo. Tienen una respuesta que dar y, luego de dejar a los rusos sin su líder, han quedado con la ventaja moral de permanecer unidos y con su señor.Renatto ordena a un grupo de hombres que aseguren la vieja cabaña en el bosque, en donde Isabella mantenía oculto a Alain.—¿Vas a enviarlos allá?Renato la observa, porque lo que le tiene que decir no le gustará a su mujer.—Sí, pero quiero que tú vayas con ellos.Isabella lo ve a los ojos, un miedo que antes no había visto está en ellos, pero dejarlo solo en la última parte de la batalla no es opción.—No me pidas que te deje solo, porque no lo haré. Antoine se quedará con ellos y yo iré contigo.—Isabella, podemos morir…—Moriremos juntos. Nuestros hijos comprenden que debemos
En medio del caos en la mansión en ruinas de su padre, Renatto corre con Isabella entre sus brazos para llegar al auto. Riccardo junto a él, intentando hacer que Isabella despierte, pero no lo consigue y eso solo aumenta la ansiedad de Renatto.—La llevaremos a la mansión —dice, sin dejar de ver a su mujer.Riccardo, consciente de lo que su hermano está pasando en ese momento, coloca una mano sobre su hombro en señal de apoyo.—Tal vez solo esté cansada. Esta mujer ha estado imparable todos estos días, dale un respiro.Pero Renatto no se quedará tranquilo hasta que no sepan qué es lo que tiene.Al llegar, todos corren para abrir las puertas y en pocos minutos, Renatto deja a Isabella en su cama.El silencio en la mansión es abrumador. La victoria contra Daniel Corleone se siente vacía cuando Isabella no despierta. Renatto camina de un
La noticia de que el capo de la ‘Ndrangheta había liquidado, no solo a su padre, sino al jefe de la mafia rusa se regó como pólvora. La espera de que una venganza llegara de parte de sus subordinados se esfumó enseguida, cuando las noticias le llegaron desde Moscú, en donde la mujer de Viktor Sokolov ordenó la retirada inmediata y el silencio se hizo luego de eso.Jefes de otras mafias enviaron sus respetos a Renatto, reconociendo que la intervención de otra organización en asuntos internos no fue lo adecuado y con tal respaldo detrás, solo quedó la muestra de que con la mafia calabresa no podía nadie.Sin embargo, ahora hay otras cosas que Renatto debe atender. Como a su familia, por ejemplo. No solo la de sangre, sino la de lazos fuertes e inquebrantables. Y ahora queda la muestra de ello.San Luca nunca ha sido más que un reflejo del mundo en las sombras, u