Luego de aquella conversación tan honesta entre padres e hijos, Alonzo ha cambiado su manera de acercarse a ellos. Poco a poco ha regresado a ser el hijo cercano a Renatto. Así lo encuentra Isabella, en el cuarto de sus hijos, acostado en la cama en medio de los dos, profundamente dormidos.
—Parece que aquí hubo fiesta sin mí —dice, sonriendo y ayudándolo a salir de allí.
—Digamos que fue una reunión de caballeros —se para frente a ella y la besa—. Siento que he recuperado una parte importante de mí.
Los dos miran a sus hijos, los cubren con las cobijas y salen de la mano a su cuarto. Al entrar, los dos se quedan mirando el espacio y Renatto la mira a los ojos.
—Perdón —Isabella lo ve con intensidad.
La palabra sale seria, se nota profunda y sincera.
—¿Por qué me pides perdón? Si lo pienso, no me h