Dos días después de llegar al refugio improvisado, Isabella les dice que es momento de moverse. Renatto no se opone, ni siquiera porque su hermano esté aún convaleciente, quedarse en un lugar por muchos días no es seguro en la situación que están viviendo.
Sin perder más tiempo, organizan todo, toman todas las provisiones que pueden y parten de allí hacia el sureste. Riccardo agradece que la herida no fue demasiado grave, aunque la entrada fue en el abdomen, la trayectoria fue extraña y no rozó ningún órgano, al menos eso fue lo que Isabella notó al sacarla.
—¿Cuándo veremos a mi hermano? —la voz de Alain, un susurro contenido por la emoción y los nervios de la situación.
—Muy pronto, hijo —responde Renatto sin soltarlo.
—Cada vez nos acercamos más a un lugar seguro —Isabella