El viaje de regreso es un contraste de emociones y pensamientos, sobre todo para Renatto. Alonzo habla sin parar, contando cada detalle del campamento con entusiasmo desbordante. Isabella lo escucha con una sonrisa cálida, respondiendo a sus preguntas y riendo con él cuando imita a los animales que cree haber escuchado durante la noche. Su risa llena el auto, ligera como la brisa, mientras el sol comienza a descender en el horizonte.
Renatto, sin embargo, permanece en silencio. Sus manos sujetan el volante con firmeza, sus ojos fijos en el camino, pero su mente está muy lejos. Las palabras de Isabella sobre los hombres que la hicieron sufrir siguen resonando en su cabeza, como un eco persistente que se niega a desaparecer. Los fragmentos de su pasado, esas piezas incompletas que no puede ensamblar, lo obsesionan.
Cuando finalmente llegan a la mansión, el cielo ha tomado un tono anaranjado profundo. Renatto se detiene frente a l