CAPÍTULO 40: Cadenas

MÍA

El corazón se me sale del pecho en cuanto noto que he esquivado la navaja que me ha lanzado la rubia, frunzo el ceño cuando Basil entra a la habitación y la llama por su nombre, lo mismo hace ella. Le sonríe y me dejo caer en una de las orillas de la cama, con el corazón a punto de salirse de mi pecho.

Creí por un segundo que iba a morir, vi pasar la muerte delante de mí y ella parece demasiado letal, hago una nota mental de no acercarme demasiado a la rubia.

—Tienes buenos reflejos, eso es un comienzo —me dice ella apartando la mirada de mí.

No respondo, no tengo habla. Por lo que solo observo como ella corre a los brazos de Basil y lo abraza con demasiada fuerza.

—Pensé que no vendrás nunca más —expresa ella con alegría—. Dios, aún no puedo creer que te hayas casado.

Basil no le devuelve el abrazo, pero tampoco parece estar incómodo, de hecho, sus ojos no se despegan de mí, podría estar celosa, pero… hay algo que me dice que no debería estarlo, no veo interés en él hacia el
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