Lluvia, centellas y lágrimas

Esa voz. Aun cuando era fría y cortante, era la voz de él, de la persona que tanto había esperado. Levantó la mirada para enfocar su rostro con las lágrimas amenazando con salir, no sabía si por el alivio de que no fuera otro o por lo fuerte que la sostenía. Allí estaba Anubis, delante de ella. Tocándola, mirándola tan profundamente que intimidaba. No era un sueño, ni su imaginación jugándole una mala pasada. Estaba allí, en carne y hueso.

Con un ágil movimiento Nefer se encontró con su cuerpo entre la fría y desgastada pared y aquel cuerpo que incluso bajo la lluvia no había perdido su calor. Agarraba sus muñecas por encima de su cabeza

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