Adina se quedó atónita.
‘Ya no soy una niña pequeña. Tengo veintitrés años y soy madre de cuatro hijos…’.
‘Una persona desconocida está acechando en mi patio, pero este hombre está…’.
Adina se sonrojó mientras su pulso se aceleraba.
Apretó los dientes, fulminando a Duke con la mirada.
Ella se veía preciosa. Sus ojos reflejaban la lámpara de la sala, parecía como un cielo estrellado. Duke podía ver su reflejo a través de sus oscuras pupilas.
Sus brazos se volvieron más cálidos al apretar su cintura.
Bajó la cabeza mientras su nuez de Adán subía y bajaba. Intentaba resistir su deseo por ella...
"¡Tú!".
Adina lo miró furiosa. Quería decir algo, pero no le salían las palabras.
Empujó el pecho de él con todas sus fuerzas, y finalmente se liberó de su apasionado abrazo.
Era una persona muy comedida, pero en ese momento se quedó boquiabierta.
Se giró y enunció cada palabra: "Te daré un minuto".
Duke nunca estuvo en una situación así.
Se sintió como un pervertido desverg