—Ninian, he terminado de luchar por esta relación —dijo Raina con seriedad a través de los ojos empañados—. Somos de dos mundos diferentes. Nunca estuvimos destinados a estar juntos.
Después de que terminó de hablar, Raina se puso de pie y dijo:
—Se está haciendo tarde y necesito descansar. Ustedes dos deberían volver y descansar también. Ustedes ya no necesitan venir a buscarme —dijo cortésmente.
Cuando estaba a punto de irse, vislumbró una figura de pie junto a la ventana de cristal.
George, vestido con traje y corbata, la miró a los ojos.
En ese instante, el ruido circundante se apagó y todo quedó en silencio.
—George… —Ninian se puso de pie cuando también vio a George. Estaba atónita y perdida.
Harold no se sorprendió. Sostenía un objeto metálico negro discreto en la mano, similar al auricular Bluetooth que llevaba George.
George escuchó a su conversación.
Luego de intercambiar miradas por un rato, George se acercó a ella. Frunció el ceño, y se escribieron mil pa