—Había jurado en secreto que me casaría con Hernán en esta vida. Cualquier chica que apareciera a su alrededor, haría todo lo posible por alejarla de él. Pero, sabía que él tenía a alguien en su corazón, y siempre quería saber quién era.
Lola lloraba intensamente, que me dio mucha pena.
Sabía claramente cómo se sentía amar en silencio a alguien sin obtener respuesta. Para animar la atmósfera, le bromeé:
—¿Pero por qué me tratas tan bien?
Ella sabía que estaba bromeando, entonces agarró uno de los peluches en la cama y me lanzó haciendo pucheros:
—Tú eres una chica muy buena. No solo a él le gustas, a mí también. ¿Cómo podría lastimarte?
Me conmovieron sus palabras, y el desánimo durante todo el día se disipó.
Resultaba que, en la sociedad de la alta élite en que no quería involucrarme, además de la arrogancia y el desdén, también había sentimientos sinceros.
«¡Estúpida chica, también eres increíble y eres totalmente digna de Hernán! Así que no te rindas», reflexionaba y le animé:
—Lola