ANASTASIA
Me quedo estática, observando cómo Jared la rodea por la cintura, la tiene tan pegada a su cuerpo que parece que quisiera que perteneciera a él como una segunda piel. Me estremezco, se supone que somos oficiales, o al menos eso es lo que pensaba.
Ni siquiera escucho lo que dice su asistente a mis espaldas, hasta que Jared abre los ojos y se anclan en mí, es cuando rompe el encanto y se separa abruptamente de ella, la rubia de ojos verdes se gira y frunce el ceño cuando se percata de mi presencia.
—Anastasia —dice Jared.
Un nudo se forma en mi garganta, pero me niego a que me vea de un modo tan vulnerable, por lo que empujo el dolor que me pica como aguijón en el pecho, y uso la máscara de indiferencia que aprendí a usar desde que era una niña.
—Jared —sonrío falsamente—. Me alegra verte de nuevo. Siento la interrupción.
La rubia se cruza de brazos y me mira de arriba abajo.
—¿Quién eres tú? —me pregunta, recargando todo su peso en el escritorio.
—Yo…
—Es una amiga,