22. ELLOS CORREN PELIGRO
ELLA
Baje a la recepcion de mi casa privada, me tome el tiempo para cubrirme de pies a cabeza con un vestido de grueso algodon en negro, con las mangas tan sueltas como pude encontrar, tenia un terrible ardor en mis sigilos. Me puse un velo facial que colgaba de unas horquillas con forma de rosas doradas.
Mientras me arreglaba para recibirlos, pedí que colocaran alimentos y bebidas, la terraza en el patio central aún tenía en floración mis preciadas camelias blancas, el aroma estaba impregnado de frescura con toque de dulzura. Todas las puertas internas que daban a los patios centrales y a las terrazas públicas estaban abiertas, iluminando los interiores que estaban llenos de jarrones con flores. Cuando bajé los pies a la sala interna, el sonido de la zapatilla hizo que todos los hombres giraran.
La mirada atónita de todos los mercenarios me hizo detenerme, “supongo que esperaban ver un monstruo”, llevaba las manos juntas a la altura de mi vientre. No reconocí el rostro de ninguno de e