Emir
Me encontraba en un estado de profunda tristeza y preocupación. Le había suplicado a mi madre, Esmeralda, que me llevara a otro hospital para descubrir qué estaba pasando. Mi cuerpo no era el mismo y no podía seguir así. Sin embargo, se negó rotundamente. La presión y la frustración me llevaron a insistir.
—Mamá, si no me llevas, encontraré la manera de irme por mi cuenta. No puedo quedarme aquí, esperanzado en recuperar mi sensibilidad para poder empezar a caminar.
—En donde vayas, es lo mismo.
—Entonces regresemos a Italia, si es de esa manera—ella negó, tapo su rostro, cansada de mi instancia.
—Te llevare a un hospital, en Ginebra, la Tour. Mañana saldremos en auto.—Finalmente accedió.
—Bueno, puedes retirarte, y no quiero ningún masaje así que dile a la enfermera, que no se moleste en venir—Mi madre soltó un suspiro y salió de la habitación.
Mire la pastilla que tomaba para recuperar las fuerzas en mis músculos. Pero llevaba días sin querer tomarlas por lo que decidí averigu