Capítulo 2

Oslo-Noruega.

Bosque Encantado de Sognsvann.

Isabella.

Caminé alrededor del bosque o selva durante mucho tiempo. No puedo decir con exactitud si fueron horas, pero me di cuenta de que estaba totalmente perdida porque nada me parecía familiar. Así que decidí sentarme en medio de este horrible lugar a esperar mi preciosa muerte. Aquí es cuando te das cuenta de que todo pudo haber sido mucho mejor que antes. Probablemente si yo me hubiera portado mucho peor que antes, haber respondido y estar contra el matrimonio, darme cuenta de que la vida es eso... vida, y que no tengo siete de esas como los gatos... y sí, tal vez, si yo me hubiera fijado en ser menos obediente y más Isabella, de seguro no estaría aquí muriendo.

Para darle un inicio a esto... ¿por qué estoy aquí, en este lugar y en este bosque sentada esperando mi muerte?

Que realmente no sé si me moriré de hambre o frío.

—Ni siquiera sabes en dónde estás —admite una voz de mujer, haciéndome sobresaltar.

Miro hacia los lados intentando no entrar en pánico, pero vamos... mira que no estoy en pánico.

¡Estoy muriendo!

—¿Quién está ahí? —me levanto del suelo, mirando hacia todos los lados—. ¡¿Quién está ahí, responda?! —vuelvo a preguntar asustada.

Por la madre que me parió...

¿Por qué simplemente no me pude quedar dormida en la biblioteca como un ser humano común?

Miro los troncos de los árboles del bosque y solo quiero sentarme a llorar. Y eso es lo que hago. Me siento otra vez en el suelo a llorar. La parte baja de los troncos de los árboles parece una Y, pero en vez de estar derecha, parecen estar boca abajo.

Esperen un momento...

¿En dónde está el libro que me trajo a mi desgracia?

Con desespero y con lágrimas en los ojos empiezo a correr por el bosque buscando el libro. Estúpido libro en miniatura que me absorbió y me trajo hasta aquí. Buscarte es cómo conseguir una relación estable en estos tiempos de crisis.

El sonido de ramas partidas y hojas secas era lo único que se escuchaba mientras yo corría buscando el libro para regresar a casa.

¿Casa? Ja.

Mis padres y la nación completa deben estar con suero por mi desaparición porque no estoy para conocer al príncipe.

—Marili, al fin te encontré —la voz gruesa de un hombre, también me hace sobresaltar.

¿Ahora escucho más voces?

Mi cabeza debe estar jugando una mala partida para crear esas ganas absurdas de asustarme.

—Ulf, estoy aquí —responde, la voz de una mujer que me habló hace un rato.

Me detengo nuevamente y miro hacia los lados.

¿Quién está hablando si no hay personas en este lugar? Aún es de día, pero todo aquí al parecer no le llega el sol.

¿En dónde rayos estoy ahora mismo?

—¡Auxilio! —grito—. ¡Que alguien me ayude, por favor!

Nadie responde…

Silencio…

Frío...

—¡Hay una persona aquí desaparecida por favor! —vuelvo a gritar, me siento en el suelo a llorar—. Por favor, no me dejen aquí...

Con mi rostro enterrado entre mis piernas lloro por no sé cuánto tiempo. Todo lo que escucho a lo lejos son los sonidos de cosas extrañas. Grillos, pájaros y no sé qué otro animal más. La brisa helada hace mi cuerpo titiritar de frío.

Recuerdo que anoche mi Tibi me hizo poner está pijama. Había sido un regalo de su parte por haber inaugurado un refugio para mujeres maltratadas. El pijama es un mono de tela negra y una camiseta grande gris que tiene una luna llena con un hada en el medio.

—La luna es hermosa y hoy se ve mejor —dice, nuevamente la voz de la mujer.

Yo también lo sé, la luna se ve majestuosa y encantadora. Puede iluminar el camino más oscuro y al mirarla, de alguna manera te da paz.

Mamá antes de dormir me contaba muchas historias sobre la luna y el pacto que tenían los licántropos con ella. Mi madre amaba las historias de los lobos y lo admito, en su momento también me gustaron, pero después de enterarme de que había sido adoptada, mi realidad fue otra.

Nada me volvió a importar, solo respirar se me daba genial y lo hacía muy bien.

Mi estómago empieza a rugir por falta de comida, cosa que es muy extraño en mí y lo había olvidado, pero estaba tan sedienta, que mis labios se estaban secando. Saco la cabeza de mis piernas y miro al cielo.

—Esto parece el peor sueño que una persona puede tener —digo, con voz ronca—. Vamos, Isabella. Debemos buscar la fuerza que mamá siempre dijo que tenías para salir de los problemas.

Me levanto nuevamente del suelo y con mis pies descalzos y todos lastimados, vuelvo a emprender mi camino. No me considero una mujer débil, desde pequeña he venido luchando por dejar mi marca en el mundo. He cambiado muchas cosas en mi país. Las mujeres y los niños son los más afectados ante las situaciones graves.

Violaciones.

Asesinatos.

Tráfico de personas.

Explotación de menores.

El reino tuvo muchísimos problemas por mi culpa, pero siempre recibí el apoyo de mis padres por mi lucha. Papá tiene una fundación para ayudar a hombres que son maltratados por las mujeres. El parlamento al recibir la propuesta que presentó ese día, se rieron fuertemente. No podían creer que existían esos casos, solo porque les pareció divertido y lo querían ver caer, lo aprobaron. Al tiempo no podían creer cuántos hombres fueron golpeados y asesinados por sus esposas.

En mi nación defendemos los derechos de todos. Somos defensores de la vida y que todos sean tratados con igualdad. Lamentablemente, aunque muchas veces mis planes sean cambiados, espero que todo lo que una vez hice, deje huella en el corazón de la persona con quién traté.

***

Caminé, caminé, caminé y mil veces más, caminé intentando conseguir el libro, agua o comida.

No hubo una que me saliera bien.

No sé si di vueltas en círculos, pero todo era igual al lugar del cual partí hace rato.

—Hola —la voz de una pequeña niña me sobresalta—, oh, lo siento. No quería asustarte de esa manera.

—No te preocupes, cariño —respondo.

La niña me estudió de arriba hacia abajo y puedo decir que pareciera que olfateaba el aire.

—Es peligroso estar en este lugar tan frío y tenebroso —comenta—. ¿Quieres que me quede contigo? Mi familia está un poco ocupada en este momento y no vendrán hasta terminar la caza.

Frunzo el ceño.

—¿Están cazando aquí? —la niña asiente—. Podían haberme matado... ¿cómo te llamas, bonita?

—Mis padres me han prohibido darle mi información a desconocidos... eres una extraña —rebusca entre sus cosas—. ¿Tienes sed? Parece que tienes problemas con la naturaleza —me mira con sus hermosos ojos color avellana.

Una hermosa niña de tez clara, cabello liso largo. Su mirada es profunda y las arrugas en sus ojos salían cuando sonreía. En algunos momentos me hacía creer que era otra persona.

—¿Marili? —frunzo el ceño—. ¿Quieres que te dé algo? —vuelve a preguntarme la niña.

Abro los ojos con sorpresa y me empiezo a alejar de la niña.

—¿Cómo sabes sobre ese nombre? —la pequeña se ríe, sigo alejándome en el suelo porque no tengo fuerzas en el cuerpo—. ¿Quién es Marili y por qué la confundes conmigo?

—¿No lo sabes? —vuelve a sonreír tiernamente—. Marili es la reina de lo tangible y lo que no es —se intenta acercar, niego con la cabeza para que no lo haga—. Marili es la luna que todos aman. La que ilumina nuestros caminos en la oscuridad. Marili es la mismísima naturaleza. La fauna y la flora, el agua y el fuego… ella lo es todo.

No, no, no...

—Oye, estás equivocada —me resbalo, golpeándo mi codo y haciendo una mueca de dolor le vuelvo a hablar—. Yo no soy esa persona. Mi nombre es Isabella. Estaba en la biblioteca del palacio y no sé cómo, pero ahora estoy aquí —miro un bicho que intentaba subir a mi cuerpo—. ¡No, Dios, no puedo más con esto! —me levanto del suelo rápidamente—. Muchas gracias y de todo corazón, lo siento. Pero no me puedo quedar contigo a esperar a tu familia.

Cuando intento alejarme, la voz gruesa de un hombre me hace dar escalofríos y no poder moverme por algunos segundos.

—¡Ana, deja a esa chica en paz! —voz profunda, fuerte y poco amigable, se escuchó con eco por el bosque.

—Pero es que ella es Marili. ¿No puedes verla todavía? —dice la niña entusiasmada—. La he traído desde muy lejos solo para ti.

—Hada traviesa, vuelve a tu forma normal y regresa a la casa —le responde el hombre, me volteo a ver a la niña—. No debes asustar a los humanos. Habíamos quedado que estás travesuras no las volverías a hacer.

¿Hada?

¡¿Estaba hablando con un hada?!

—Marili, lo siento —la niña me sonríe, dice unas palabras en latín y su cuerpo empieza a cambiar.

—¿Esa cosa se supone que es un hada? —digo, mi corazón late con fuerza, lágrimas empiezan a caer y dando unos pasos hacia atrás, mi espalda golpea con un árbol.

El cuerpo de la niña se transforma en el de una mujer. Su cabello liso llega por su espalda, su tez clara brillaba hermosamente, sus ojos color avellana resaltan con sus pestañas largas. Sus curvas la hicieron ser una mujer llamativa y sexy.

—Marili, lo siento. Yo solo quería hablar contigo —la voz de la niña aún se escuchaba, pero en ese cuerpo extraño.

—Me llamo Isabella, te lo dije desde hace rato —la corrijo—. ¿En dónde estoy y que son ustedes?

Sonríe dulcemente.

—Bienvenida a Noruega, Marili —abro los ojos hasta más no poder—. Me llamo Ana y soy la hermanastra del Alfa de la manada Luna.

¿Alfa?

¿Esto es una broma?

¿Noruega?

El aullido de un perro me sobresalta, la niña me sonríe nuevamente y alumbra el bosque. Empiezo a ver todo borroso, muevo la cabeza intentando recuperar la cordura y que esto sea solo un mal sueño.

—Descansa bonito, Marili —susurra la niña.

El frío se apodera completamente de mi cuerpo y antes de caer al suelo desmayada, alguien me sostiene. Un aroma a naturaleza y a perfume de hombre, se apoderaron de mi aire.

—Al fin estás aquí, mi querida luna —la voz profunda de ese hombre fue lo último que escuché antes de caer dormida en un profundo sueño.

Dejen de decir ese nombre...

¡Soy Isabella!

¡La princesa Isabella!

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