—¿Señor?
—¿Mmm?
—Para que conste, fui yo quien se acercó a ella. Me sentí nerviosa acerca de qué esperar esta noche, así que intimidé a Mali para que me ayudara a prepararme
Una sonrisa irónica se extendió por la boca de Salvatore.
—¿Admites haber intimidado a mi pobre y vieja ama de llaves?
Ella hizo una mueca.
—Si lo hago— ella no pudo evitar en saltar a la defensa de la pobre mujer.
—¿Angelo?
—¿Sí señor?
—No necesitas defender el buen nombre de Mali para mi beneficio. Ella no estaría aquí si no confiara en ella totalmente
Ella asintió vacilante.
—Entiendo.
En tono más duro, agregó
—No puedo joder con la lealtad. Es una cuestión de vida o muerte en mi mundo
Amelia tragó