Los planes comenzaron a desarrollarse en tiempo real.
Giana y Bianca siguieron cooperando bajo la atenta mirada de Amelia. Enzo se quedó como un hijo de puta despistado. Seguía encontrándose con Tizzi en bares y clubes para divertirse, beber y pervertir a las bailarinas. Su abuelo siguió cumpliendo su papel de intermediario con las autoridades. Salvatore trabajó discretamente con él para revelar nombres y pruebas al jefe de policia y sus hombres. La sumisión de Faro la dejó un poco inquieta. No había vuelto a amenazarla desde el día en que le regaló la caja de música.
Hasta ahora todo era muy bueno.
Las relaciones también florecieron durante este tiempo.
Mauro y Maritza se volvieron casi inseparables y, como estaba de servicio con Amelia todos los días, Maritza se hizo indispensable como la mano derecha de esta. La niña parecía decidida a demost