Isabella
El timbre de la mañana apenas había sonado cuando llegué a la escuela, con la cabeza llena de recuerdos de la noche anterior. Aún sentía el calor de sus labios en mi piel y la promesa silenciosa en sus ojos. Pero no tenía mucho tiempo para pensar en Alejandro, porque ese día sería especial... y diferente.
Mientras caminaba hacia mi casillero, sentí una presencia extraña a mi alrededor. Varias de mis compañeras me miraban con una mezcla de curiosidad y envidia, cuchicheando entre ellas. Antes de que pudiera preguntarme qué pasaba, me detuve al ver un pequeño paquete envuelto en papel rojo brillante, con una cinta negra, y una tarjeta pegada justo en el centro.
Con manos temblorosas, tomé el regalo y leí la inicial grabada en la tarjeta: una "A". Mi corazón dio un vuelco. Sabía exactamente quién me lo había enviado.
—¿Eso es para ti? —preguntó una voz detrás de mí. Era Valeria, una de las chicas más populares de la clase, con esa sonrisa de siempre, un poco cargada de malicia.