CAPÍTULO 11 – Cambio rotundo.
Después de recibir el acta de matrimonio, Alex condujo a Camila hasta su lujoso coche. El vehículo era un Cullinan, de Rolls Royce, que contrastaba con la sencilla vestimenta de Camila.

—Sube —ordenó Alex, mientras se montaba en el asiento trasero del coche.

—¿A dónde vamos? —preguntó Camila, intentando aliviar la incomodidad del ambiente, mientras lo imitaba, y el chofer de Alex ponía el automóvil en marcha.

—A casa —respondió él escuetamente, con la vista fija en la carretera, al otro lado de la ventanilla, sin ninguna emoción.

—Pero esta no es la ruta para ir a… —intentó decir ella.

—No creerás que después de casarte conmigo seguirás viviendo con tu padre, ¿verdad? Ahora eres mi esposa y debes vivir conmigo —la interrumpió Alex, con firmeza.

—Yo, esto… yo pensé que… —comenzó a decir en un intento de explicarse.

Sin embargo, Alex soltó una sonora y despectiva carcajada, que la dejó en silencio.

—Se te notaba lo inocente, pero ¿tanto? ¿En serio? —se burló—. Ya te lo dije: ahor
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