"Quítate la bata y baja de la cama. Haz un espectáculo, Sagira". Se volvió hacia mí con una sonrisita familiar. Su sonrisa me desconcertó porque no había alegría en ella.
Me quité la bata y me levanté de la cama. Puso las manos detrás de la cabeza y me dedicó toda su atención. Mi lobo ronroneó por l