CAPÍTULO 39

Capítulo 39

Abrí los ojos por un momento. Todo era borroso. Sentía el pecho arder como si me lo apretaran desde dentro. Una voz lejana dijo que estaba de vuelta, pero no entendí más. Me volví a hundir en el sueño.

Cuando volví a despertar, el techo blanco del hospital fue lo primero que vi. El dolor seguía ahí, en el pecho, pero más suave. Intenté moverme, pero me costaba.

A mi lado, Santiago estaba sentado, Me sostenía la mano con fuerza y lloraba en silencio, su presencia me dolía, no podía olvidar sus insultos.

—Luisa… gracias a Dios —dijo, con voz rota —Mi amor estaba muy preocupado por ti, pensé que te ibas.

Intenté soltar mi mano, pero no lo logré. Él no quería soltarla, aunque intenté alejarme de él.

—No sabes lo que sentí, pensé que te perdía. Me asusté tanto, Luisa… te amo, y se que fui un idiota hace un rato

—Basta —lo interrumpí, con voz débil pero firme—. Ya dijiste lo que pensabas de mí, fue suficiente, en la rabia se dice lo que se piensa sinceramente y para ti, yo soy u
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