Capítulo 46
Salvia

Mis dedos seguían regresando a mis labios, que aún hormigueaban por su beso. Mi primer beso real. Todo fue diferente, mejor que las fantasías que había imaginado: la emoción cruda en los ojos de Carlos, la suavidad de sus manos en mi rostro, la forma en que me sostuvo como si fuera algo precioso.

El recuerdo me hacía estremecer: cómo me exigió de forma gentil, pero con firmeza que lo dejara entrar, la seda de su lengua deslizándose contra la mía mientras dominaba nuestro beso, mostrándome qué hacer. Por un momento mi falta de experiencia me preocupó, pero entonces, Carlos gimió, y ese sonido de placer tranquilizó mi mente.

Él sabía a pino y viento invernal, junto con algo salvaje que despertaba partes de mí que no sabía que existían. Sus manos temblaban ligeramente cuando acunaron mi rostro, como si estuviera tocando algo infinitamente valioso. Además del sonido grave que hizo cuando suspiré contra su boca, como si algo finalmente se liberara.

Fue tan diferente a la forma medida
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